viernes, 9 de julio de 2010

Carta sobre el matrimonio igualitario al Senador Mario Cimadevilla

7 de julio de 2010



Estimado Dr. Mario Cimadevilla

Senador Nacional



Me dirijo a Usted en mi calidad de ciudadano de la provincia del Chubut, a la cual quiero y me enaltece. Le escribo esta carta en razón de la inminente votación sobre la modificación del Código Civil para permitir el acceso al matrimonio también a las parejas formadas por dos personas del mismo sexo.

Confío en que Usted representará cabalmente la tradición laica y progresista de la provincia y del partido radical, y votará a favor de este proyecto que concita el apoyo de todos los jóvenes esperanzados con un país mejor.



En primer lugar, tengo confianza en que Usted, siendo Senador por una provincia políticamente secularizada y plural en términos religiosos, como Chubut, y por un partido históricamente defensor del carácter laico del Estado, como la Unión Cívica Radical, va a votar por la igualdad civil, y no va acompañar a aquellos sectores que promueven la coincidencia ideológica entre la doctrina de una institución religiosa en particular y la legislación para toda la población. La ley de matrimonio igualitario no va a alterar las creencias religiosas de nadie, que corresponden a su fuero privado, ni va a obligar a las iglesias a reconocer un contrato que, desde fines del siglo XIX, es estrictamente civil.



En segundo lugar, estoy seguro de que sus palabras “cuando los hombres puedan amamantar o parir”, para explicar su negativa a acompañar esta iniciativa, son un exabrupto: Usted sabe que el reconocimiento de derechos es una cuestión de igualdad y ciudadanía, y no de capacidades biológicas. Si el matrimonio fuera cuestión de capacidad biológica de engendrar, una pareja heterosexual entre una mujer y un varón cuando uno de los dos es estéril, no debería tener derecho al matrimonio, ya que no pueden parir. Tampoco podrían casarse las personas más allá de la edad reproductiva, ni las mujeres con discapacidades que las inhabilitan para gestar a sus hijos. Mucha crueldad para un exabrupto que denigra a hombres y mujeres.



La democracia ofrece, como decía John Stuart Mill, la oportunidad de educarse políticamente mediante la discusión pública. Le ofrezco a Usted y a sus asesores material para defender una postura basada en datos y en argumentos justos. Investigo estas temáticas desde hace diez años y mi tesis doctoral es sobre los valores y prácticas sexuales de chubutenses. Con el equipo del que participo hemos producido numerosos documentos sobre la igualdad para personas no heterosexuales, uno de los cuales le envío adjunto. Los dirigentes políticos y las sociedades siempre reclaman que la inversión en educación se plasme en transformaciones sociales: soy un producto de la educación pública chubutense (primaria y secundaria) y nacional (universitaria), por lo que sería un honor poder ofrecerle mis conocimientos, completamente ad honorem, y así devolver un pequeña parte de los impuestos que financiaron mis 25 años de educación pública.



La provincia ha sido honrada por legisladores radicales como Hipólito Solari Yirigoyen, o Santiago López, que integró la CONADEP. También recordamos a otros, como el Senador Vicente Saadi, por oponerse a la reforma de la ley que posibilitó el divorcio vincular, un derecho del que –gracias a la decisión de muchos legisladores– hoy gozamos todas y todos los argentinos. A unos políticos el pueblo los recuerda con respeto y admiración por su valentía. No recordamos así a quienes perpetúan la desigualdad y los prejuicios al obstaculizar leyes democratizantes e igualitarias.

Sin otro particular, lo saluda atentamente





Daniel E. Jones

Chubutense

Doctor en Ciencias Sociales (UBA)

Investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET)